La evolución de la tecnología en el hogar ha estado marcada por constantes innovaciones que han transformado la forma en que las personas interactúan con su entorno doméstico. Desde la invención de los electrodomésticos básicos, como la lavadora y el refrigerador, hasta la actual era de la domótica, el progreso ha sido significativo. A medida que la sociedad avanzaba tecnológicamente, también lo hacían las expectativas sobre el confort y la eficiencia en el hogar.
En las primeras décadas del siglo XX, los electrodomésticos comenzaron a penetrar en los hogares, ofreciendo una nueva comodidad que antes era impensable para muchas familias. Estos aparatos estaban diseñados para facilitar tareas diarias, liberando tiempo para otras actividades. Con el avance de la tecnología, surgieron mejoras en la eficiencia energética y la funcionalidad de estos dispositivos. Sin embargo, fue a partir de los años 80 y 90 cuando el concepto de «smart home» comenzó a tomar forma, aunque en ese momento las soluciones eran rudimentarias y limitadas a dispositivos individuales, como termostatos programables y sistemas de seguridad básicos.
El verdadero auge de la tecnología del hogar inteligente se produjo con el avance de Internet y la conectividad de dispositivos. A partir del desarrollo del Internet de las cosas (IoT), se comenzó a integrar la tecnología en casi todos los aspectos del hogar. Hoy en día, los dispositivos inteligentes permiten a los usuarios controlar casi cualquier aspecto de su hogar a través de aplicaciones móviles y asistentes de voz. Esto incluye desde la gestión de la iluminación y la temperatura, hasta la supervisión de la seguridad y el consumo energético. Con la llegada de la automatización del hogar, la experiencia del usuario se ha vuelto más fluida, ofreciendo no solo comodidad, sino también un significativo ahorro energético y un entorno más seguro.